En una situación como la actual, con una pandemia mundial, en recesión económica y con la actividad social en coma inducido, 2020 nos introdujo de lleno en el siglo XXI. Vivíamos alargando nuestras costumbres del siglo pasado. Ahora, nos encontramos repensando nuestras formas de habitar y cómo mejorar nuestro mundo para después de la tormenta. Europa nos señala el camino: rehabilitación, eficiencia energética, digitalización y reducción de nuestra huella de carbono. Y todo esto toca de forma directa al sector en el que nos movemos. Se trata de entrar en una nueva cultura para mejorar nuestros edificios, viviendas, equipamientos públicos y nuestro entorno urbano, en general, e invertir en nuestro futuro.
Invertir en estos parámetros puede tener varios recorridos, al menos, uno corto y otro, a medio-largo plazo. Sabemos que sustituir una caldera por otra más actual y eficiente nos reportará ahorro y, en consecuencia...