Asturias funcionaría de una manera más racional, económica y sostenible si redujera a la cuarta parte los 78 concejos que ahora conforman su mapa político. Agrupar los ayuntamientos actuales en 19 nuevas unidades supramunicipales es, a juicio del arquitecto Javier Calzadilla, la manera lógica de cumplir los objetivos marcados por la ley de racionalización de la administración local aprobada a finales de 2013 y de garantizar a todos los ciudadanos, residan donde residan, la prestación en buenas condiciones de los servicios públicos que ellos tienen derecho a recibir y sus ayuntamientos la obligación de prestar. Calzadilla defendió esos cambios en la conferencia que pronunció el pasado 7 de junio en la sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias (COAA) en Oviedo: La reforma de la organización territorial española. Una propuesta para Asturias.
La cuestión territorial es antigua y controvertida en la comunidad autónoma. Calzadilla lo sabe y admitió en su intervención que pisaba un terreno cenagoso y sujeto a críticas, pero aseguró que «la sagrada autonomía municipal» y la continuidad del mapa y las estructuras históricas resultan «ineficientes y muy caras». Frente a la persistencia de ayuntamientos pequeños y con dificultades para prestar sus servicios, abogó por «los intentos lógicos, razonables y justificados» de reducir su número y aumentar su potencia. Frente al actual mapa de Asturias, en el que 18 concejos no llegan a los 1.000 habitantes y 58 están por debajo de los 5.733 habitantes que, por término medio, corresponde a cada ayuntamiento español, su propuesta pasa por dejar tres entidades con menos de 5.000 vecinos, otras dos entre 5.001 y 10.000, seis situadas entre los 10.001 y los 20.000 y ocho que superen esa barrera.
Tres subregiones
La nueva división que propugna Calzadilla contempla tres subregiones: Occidental, Central y Oriental.
En la Occidental, habría solo cinco concejos, que agrupan a más de 72.000 habitantes según los datos del padrón más reciente: Eo (con capital en Vegadeo y formado también por Castropol, Taramundi, San Tirso de Abres, y los tres municipios de Los Oscos), Navia (con capital en el concejo homónimo y formado también por Coaña, Villayón, El Franco, Tapia y Valdés), Boal (con capital en Boal y formado también por Illano, Pesoz y Grandas de Salime), Tineo (formado por ese concejo y Allande) y Narcea (con capital en Cangas y formado también por Degaña e Ibias).
En la Central, convivirían 10 concejos y el grueso de la población regional, con casi 913.000 habitantes: Avilés (en el que, además de la cabecera, estarían Illas, Corvera, Castrillón y Gozón), Bajo Nalón (con capital en Pravia y formado, además por Soto del Barco, Muros del Nalón y Cudillero), Cubia (con capital en Grado y un territorio que también comprendería Yernes y Tameza, Salas y Candamo, Oviedo (en el que a la capital autonómica se unirían Morcín, Riosa, Ribera de Arriba, Las Regueras y Llanera), Siero (que englobaría Siero, Sariego, Noreña, Bimenes, Nava y Cabranes), Trubia (con capital en Proaza y un territorio que llegaría también a Quirós, Teverga y Santo Adriano), Gijón (en el que la ciudad más poblada de Asturias estaría unida con Carreño y Villaviciosa), Caudal (con cabecera en Mieres y la inclusión de Aller y Lena), Nalón (con capital en Langreo y formado también por San Martín del Rey Aurelio, Laviana, Sobrescobio y Caso) y Pigüeña (que unificaría Belmonte y Somiedo con la capital en el primero de esos dos concejos).
A la Oriental pertenecerían cuatro nuevos concejos que en conjunto suman casi 50.000 vecinos: Piloña-Sella (con capital en Arriondas y un territorio que comprende Parres, Piloña, Ribadesella, Colunga y Caravia), Sella (con capital en Cangas de Onís y formado también por Onís, Amieva y Ponga), Aguilar (una denominación para fusionar Llanes, que sería la capital, con Ribadedeva) y Cabrales (con capital en Arenas, incluiría ese concejo y las dos Peñamelleras).
El arquitecto considera que su propuesta debe considerarse solo a largo plazo y es consciente de que no soluciona el desequilibrio de la población entre el centro y las dos alas de la región. Por ese mismo motivo, no considera la prioridad máxima resolver la integración del área central metropolitana, uno de los grandes objetivos del COAA, sino que prefiere abordar en primer lugar las dificultades de los concejos rurales y despoblados que se enfrentan a problemas similares tanto en el Oriente como en el Occidente de Asturias.
Mejor que la media española
En todo caso, Calzadilla evita el pesimismo. En comparación con otros lugares de España, la estructura de Asturias no está tan descompensada. El tamaño medio de los concejos (ya se mide por su superficie o su población) es mayor que el promedio nacional y la atomización no alcanza los extremos de Cantabria ni la situación aguda de Guadalajara, una provincia en la que el 71% de los ayuntamientos atienden a poblaciones inferiores a los 100 habitantes. Sin embargo, el Principado no llega a cumplir la recomendación europea: un ayuntamiento por cada 10.400 vecinos.
El ponente rechazó los motivos históricos para mantener las disfunciones y las ineficiencias por encima de lo que los ciudadanos tienen derecho a exigir a sus gobernantes. Calzadilla recordó que, con pocas modificaciones, el mapa provincial español procede de la división realizada en 1822 y que las demarcaciones de los municipios no han sufrido modificaciones en Asturias desde hace muchos años. En la época preautonómica, Sadei lanzó una propuesta en 1979 que alcanzó escaso eco y la aspiración a las fusiones que guió el nacimiento de las hoy agonizantes mancomunidades y las directrices territoriales de 1991 se ha abandonado. Calzadilla, a pesar de las resistencias, pide recuperar ese impulso.
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