Víctor Longo y Ester Roldán son el alma de longo+roldán arquitectura, uno de los estudios más prestigiosos de la región. Sus obras han sido galardonadas en tres ocasiones el Premio Asturias de Arquitectura y en la pasada edición, cuya entrega se celebró el 5 de octubre, fueron distinguidos con un accésit, algo que ya había ocurrido también en 2010, por la vivienda unifamiliar aislada en Pancar (Llanes). Ahora, optan a uno de los premios más destacados en el mundo de la arquitectura, el Mies van der Rohe, por un complejo residencial ubicado en la parroquia de Somió (Gijón). En esta entrevista nos cuentan cómo viven esta nominación y cómo ven el momento en la profesión.
Empecemos con lo más actual. Optáis al premio Mies van der Rohe por el complejo residencial de Somió. ¿Cómo recibisteis la noticia?
Cuando supimos que el COAA había seleccionado una obra nuestra para proponérsela al CSCAE como candidata a este premio nos llevamos ya una alegría, porque siempre lo es que tus propios compañeros valoren tu trabajo. Además, la memoria que escribieron para acompañar la propuesta nos encantó, captaba tan bien la esencia del proyecto que hemos acabado (con su permiso, claro) utilizando ideas expuestas en la misma para explicarlo.
La verdad es que no seguimos muy atentamente el proceso de selección posterior, que duró varios meses, y de hecho cuando desde la Fundación Mies van der Rohe se pusieron en contacto directamente con nosotros, no reaccionamos hasta que nos enviaron un segundo mail recordando la fecha límite para el envío de la documentación... ¡tardamos en asimilar que estábamos nominados para este premio europeo, tal fue la sorpresa!
Muchas de vuestras obras han sido distinguidas con diferentes galardones. ¿Creéis que es una respuesta al trabajo bien hecho?
Abordamos con la misma entrega y mimo cualquier encargo, independientemente de la escala, el programa o el presupuesto. Dedicamos mucho tiempo y mucho esfuerzo a hablar con los clientes y con nuestros colaboradores, para intentar que el proyecto responda lo mejor posible a todos los condicionantes externos, pero que su formalización sea siempre consecuente con nuestra visión de la arquitectura.
A partir de ahí, y hasta la conclusión de cada obra, el proceso es muy complejo, e intervienen tantos factores que es realmente difícil que el resultado sea totalmente satisfactorio, como todos sabemos. Por eso, recibir cualquier tipo de reconocimiento, sea un galardón concedido por una institución o el agradecimiento de los clientes, anima a seguir peleando.
¿Qué destacaríais de vuestra obra?
Nos gusta pensar que intentamos dar una respuesta singularizada a cada nuevo proyecto partiendo de sus particularidades (emplazamiento, programa, presupuesto, normativa…), y que por tanto el rasgo común de nuestra obra es precisamente esa manera de entender la arquitectura y el proceso creativo y constructivo, más allá de gestos formales fácilmente reconocibles.
Sin embargo, también somos conscientes de que es inevitable que al final haya ciertos recursos o incluso tics proyectuales que se repiten como una constante, pero al menos en nuestro caso no es algo intencionado.
¿Tenéis alguna obra a la que le tengáis especial cariño?
Mmm… Es una pregunta un poco peliaguda, casi como tener que decidir a qué hijo quieres más…
En general, el esfuerzo y la dedicación suelen verse recompensados de alguna manera, bien sea en el resultado estrictamente arquitectónico, o por el grado de satisfacción de los usuarios, y en ambos casos eso hace que todas y cada una de las obras sean especiales.
Pero sí hay quizás una que por su singularidad, complejidad y las vicisitudes que sufrió durante su construcción es especial para nosotros: la residencia/estudio para artista + pequeño hotel rural en La Pereda, Llanes. Recibimos el encargo en 2005, en pleno boom inmobiliario, y no conseguimos dar el final de obra hasta 2011; en ese momento la profesión estaba ya atravesando un momento muy difícil, y la repercusión mediática que tuvo ese proyecto nos ayudó mucho.
Recibisteis en varias ocasiones el premio Asturias de Arquitectura y en esta última edición fuisteis reconocidos con un accésit. ¿Cuál es la importancia de estos galardones otorgados por el COAA para la arquitectura de la región?
Más allá del reconocimiento a las obras premiadas, que supone sin duda un “empujón” profesional para sus autores, creemos que la simple convocatoria es algo estupendo porque ayuda a dar visibilidad a la arquitectura asturiana, a ponerla en valor.
Es muy importante difundir el trabajo de los profesionales de nuestra región, para que la sociedad en general lo conozca, y por tanto iniciativas como exponer los paneles de todas las obras presentadas en el mayor número posible de salas de la región o publicar un catálogo aunque sea digital son más que deseables.
Tenéis una estrecha relación con el Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias, vuestra asistencia a los actos que organiza es habitual. ¿Es importante para una profesión como esta formar parte del colectivo?
Sí, y sin duda es necesario un agente aglutinador de ese colectivo, porque aunque haya perfiles profesionales muy diferentes, eso lejos de restar debería sumar.
En nuestra profesión es casi imprescindible la formación permanente; las normativas están cambiando constantemente, aparecen nuevos materiales en el mercado, nuevos sistemas constructivos… Y ahí el Colegio, especialmente en una región como Asturias sin Escuela de Arquitectura, tiene una labor fundamental. También en la parte menos técnica y más cultural, como es la organización de conferencias, exposiciones, talleres, encuentros…
¿Cuál creéis que es el papel del colegio en el sector?
Además de todo lo mencionado anteriormente en cuanto a formación, creemos que el Colegio debería defender incansablemente los derechos del colectivo: velar para que los procesos de los concursos sean justos, pelear para que la administración revise la ley de contratación, intentar intervenir en las decisiones urbanísticas para que el planeamiento dé respuesta a las necesidades sociales y no sólo a intereses económicos o políticos… En general, responder a las necesidades de nuestra profesión en todas sus manifestaciones, cada vez más heterogéneas.
Sabemos que es una labor ardua y difícil, pero sin duda necesaria.
¿A qué retos se enfrenta la arquitectura en el futuro?
Hay ya un problema social acuciante directamente relacionado con la arquitectura que es el de la vivienda, y que si no se toman medidas urgentes seguirá empeorando. Estas medidas tienen que ser políticas y económicas, sin duda, pero nuestro colectivo tiene también mucho que aportar y que decir al respecto.
Hay que luchar para conseguir que la totalidad de la población tenga acceso a la vivienda, y que esta sea digna; como socios de Arquitectura Sin Fronteras en Asturias, nos gustaría aprovechar para lanzar un llamamiento y pedir una mayor implicación de la administración y de nuestros compañeros.
Vosotros os esforzáis por investigar nuevas técnicas y nuevas corrientes arquitectónicas. ¿Es necesario continuar formándose siempre en esta profesión?
Por supuesto: hay que seguir siempre formándose en el sentido más amplio del término; hay que seguir viajando, leyendo, observando, escuchando… No se puede perder nunca la curiosidad, ni el sentido autocrítico. Esto último es muy importante, y algo que en nosotros se ha acentuado con la edad: analizamos ahora obras nuestras hechas hace más de 15 años y reconocemos errores propios de la inexperiencia y la juventud, y no ya tanto a nivel técnico, que también, sino por habernos formado fuera de Asturias y pretender a veces reproducir corrientes arquitectónicas que eran ajenas al contexto.
Actualmente estamos intentando ir más de lo particular a lo universal, entender y reinterpretar la cultura y tradición de la región, partir del entorno y lo local y buscar desde esa premisa un lenguaje arquitectónico contemporáneo.