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El Museo del Clima y las catorce VPO de Life Reusing Posidonia Premios de Arquitectura Española 2019

El Museo del Clima y las catorce VPO de Life Reusing Posidonia Premios de Arquitectura Española 2019

El Museo del Clima, en Lérida, obra de Toni Gironés, y las catorce viviendas de protección oficial que integran el proyecto Life Reusing Posidonia, en el municipio de Sant Ferran, en Formentera, comparten el Premio de Arquitectura Española 2019 del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE). El jurado ha considerado que ambas obras tienen el mismo mérito para alzarse con este galardón, con el que los arquitectos españoles quieren reconocer los mejores trabajos realizados en el ámbito de la Arquitectura en nuestro país en el último bienio. En esta ocasión, además de los valores arquitectónicos de la obra, el jurado ha tenido como referencia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la “Agenda 2030” de la ONU.

El jurado, que ha estado formado por los directores generales de Bellas Artes y de Arquitectura, Vivienda y Suelo, Román Fernández-Baca y Javier Martín, respectivamente; la vicepresidenta primera del CSCAE, Marta Vall-llosera, en calidad de presidenta del jurado; el secretario del CSCAE, Laureano Matas, y las arquitectas María Langarita y Lucía Cano Pintos, ha destacado en su dictamen que son “equipamientos públicos ejemplares, que muestran una preocupación mutua por la investigación y la sostenibilidad” y valora las “grandes dosis de diseño e ingenio” que ambos comparten: “Aprovechan los materiales del lugar, potenciando la belleza y el entorno”. El resultado son dos proyectos “ambientalmente sostenibles”.

Convocados por primera vez de forma conjunta, los premios y reconocimientos del CSCAE abarcan la Medalla de Oro de la Arquitectura, que, este año, ha recaído en el arquitecto Alberto Campo Baeza; los premios de Arquitectura Española y de Urbanismo Español y el Premio de Arquitectura Española Internacional, que se elegirá por votación telemática entre las propuestas recibidas. La entrega de estos reconocimientos tendrá lugar, el día 28, en el Hipódromo de la Zarzuela.

Inaugurado en junio de 2017, el Museo del Clima de Lleida tiene como objeto difundir la ciencia y las características del cambio climático. Frente a “lo considerado como convencional” dentro del ámbito museístico, el jurado ha valorado que “resulta desafiante” porque se va construyendo a partir del tiempo y de los elementos naturales la tierra, el fuego, el aire y el agua, con lo cual provoca una “ruptura con lo evidente y lógico”, apunta en su dictamen.

En el proceso de desarrollo el Museo del Clima se cuestionó el programa del concurso convocado en el año 2008: dentro de un recinto de 12.000 metros cuadrados, se solicitaba un edificio de 3.000 metros entendido como contenedor cerrado, que debía lograr una temperatura estable todo el año entre los 18 y los 25 grados centígrados, y al que se dotase de contenido en las salas de exposiciones. Como alternativa, la propuesta de Gironés se centró en la interpretación del clima natural y de sus procesos a partir de la reflexión, con lo cual los límites del programa inicial se diluyeron y el área de intervención se triplicó en unos 36.000 metros cuadrados. Aprovechando que las áreas circundantes estaban calificadas como zona verde, se diseñó un gran espacio público en el que se optimizan los materiales obtenidos a partir del movimiento de tierras para activar la vegetación propia del lugar y, como el clima es el objeto del museo, el continente se convierte en el contenido.

Al plantear un entramado inseparable entre la naturaleza y las tramas preexistentes, el recurso de la tierra como topografía se materializó en el paseo entre el soleado altiplano y la sombría vaguada, y la vegetación autóctona y parte de la edificación que la envuelve actúan como elementos en armonía que transitan por los diferentes microclimas generados.

El agua y su ciclo natural gestionan los diferentes grados de humedad y el aire aparece como brisa cálida de poniente en el altiplano y como ventilación cruzada con el bosque preexistente. El fuego, a partir de la radiación solar sobre la piel, y en un clima de contrastes, como es el continental (entre el elevado calor de los veranos y la necesaria bajada de temperaturas de los inviernos), se administra mediante la alternancia de sombras que la siempre útil hoja caduca de los árboles habilita.

En definitiva, la arquitectura ejerce una mediación en clave de habitabilidad que facilita la interacción entre los distintos elementos para disfrutar de sensaciones y contenidos medioambientales y climáticos diversos. El Museo del Clima de Lleida ha sido galardonado con uno de los premios especiales del “Panorama de Obras” de la undécima Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU).

Premiado en la decimocuarta Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (BEAU) y finalista en la undécima Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU), Life Reusing Posidonia son 14 viviendas de protección pública en régimen de alquiler ubicadas en el municipio de Sant Ferran, en la isla de Formentera. Se trata de un proyecto de adaptación al cambio climático promovido por el Instituto Balear de la Vivienda (Ibavi) y la Dirección General de Energía y Cambio Climático de las Islas Baleares, y financiado por el programa europeo LIFE+ en la categoría de gobernanza ambiental. Sus autores son Carles Oliver Barceló, Antonio Martín Procopio, Joaquín Moyá Costa, Alfonso Reina Ferragut y María Antonio Garcías Roig, arquitectos del Ibavi.

Su finalidad era mejorar la habitabilidad de las viviendas (temperatura, control de la humedad, iluminación, flexibilidad de usos, etcétera) y ofrecer datos contrastados a la Administración, obtenidos a raíz de la evaluación de un edificio piloto. De hecho, la iniciativa permitió ensayar fórmulas para reducir la huella ecológica y monitorizar el confort de los edificios gracias a la colaboración de la Universidad de las Islas Baleares. El proyecto vincula patrimonio, arquitectura y cambio climático, y demuestra que la utilización de los sistemas y materiales de la arquitectura tradicional, relegados habitualmente a la rehabilitación, permiten ahorrar más de un 60% de emisiones de dióxido de carbono durante la construcción de las obras. En las obras se recuperó la posidonia oceánica seca como aislamiento térmico, logrando trasladar que no solo se habita una casa, sino un ecosistema.

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