En uso del reglamento de colegiados de honor y en un ambiente de abierta emoción, la asamblea ordinaria de mayo concedió ese reconocimiento, a título póstumo, al abogado y funcionario del Principado Luis Carlos García de Vicuña. Glosada por Arturo Gutiérrez de Terán, de quien fue colaborador en la administración autonómica, y recordada con enorme sentimiento por Enrique de Balbín, su figura es la primera en recibir la máxima distinción que el COAA puede entregar a cualquier persona ajena a él pero con suficientes méritos en su trabajo a favor de la arquitectura y de sus profesionales. A García de Vicuña, a quienes sus muchos amigos y conocidos en el Colegio solían referirse con cariño como el aboquecto, se debe el desarrollo de toda la estructura legislativa, jurídica y administrativa para el desarrollo de las competencias autonómicas en materia de urbanismo, una de las primera atribuciones transferidas por el Estado al incipiente Gobierno de Asturias al comenzar la década de los 80.
García de Vicuña, nacido en Langreo, era un joven funcionario de la Generalitat de Cataluña al que una delegación asturiana desplazada a Barcelona para conocer el modelo catalán de urbanismo, dado que se trataba de la única comunidad autónoma que había recibido las competencias en la materia antes que el Principado, tuvo ocasión de conocer en sus reuniones con altos cargos del Gobierno catalán. Comenzó entonces su colaboración con Gutiérrez de Terán, que culminó con su fichaje por la Administración regional y su regreso a Asturias.
Sus extensos conocimiento del Derecho Administrativo y su admiración por el trabajo de arquitectos y urbanistas le llevó a desarrollar un modelo de comisiones para la elaboración de los planeamientos urbanísticos de los concejos en el que el ponente era siempre un arquitecto y el secretario un jurista. Gutiérrez de Terán destacó de él su creatividad tanto al abordar la tarea de redactar normas como al valorar el trabajo de los arquitectos y los proyectos para mejorar la habitabilidad de las ciudades y sus condiciones ambientales. Siempre fue partidario de la formación de equipos multidisciplinares para abordar esas cuestiones y estuvo presente en todas las deliberaciones que llevaron al nacimiento de iniciativas públicas como Sogepsa y la CUOTA.
Fue, además, un colaborador activo y siempre bien dispuesto del COAA, siempre disponible para participar en actos, comisiones e incluso en mesas redondas, a pesar de que ese último formato, según reveló Gutiérrez de Terán a la asamblea, nunca le agradó. La reflexión y el debate sobre el presente y el futuro del urbanismo siempre le apasionaron.
Además, la Junta de Gobierno recuerda a todos los colegiados que tiene todos los canales abiertos para recibir propuestas de otras personas a las que se puede conceder la misma distinción de colegiado de honor en los próximos años.