La sede en Oviedo del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias (COAA) abre sus puertas desde el próximo día 24 de mayo a dos creadores de edad parecida y rasgos biográficos similares que, sin embargo, exploran posibilidades distintas en su obra artística. Con Dos horizontes, dos escultores, el público podrá contrastar las propuestas de Faustino López (Arganza, León, 1956) y Alfonso Pire (Oviedo, 1959), profesores de instituto ambos, que en el terreno de la estética caminan en direcciones opuestas. López, entusiasta de la escultura cinética de Alexander Calder, ha enseñado Filosofía en Avilés y milita en el vitalismo optimista de Nietzsche. Pire, que vive en Pravia, prefiere los grandes volúmenes de hierro, practica la estética apofática, la de la negatividad y el vacío y cita a Jorge Oteiza como una referencia.
El optimismo de Faustino López no es vacuo, sino un reflejo de la actitud consciente de quien considera el entusiasmo estético y vital como un antídoto contra el consumismo anodino y trivial que rodea a la sociedad de esta época. De su nietzcheanismo procede esta cita: «El arte es esencialmente afirmación, bendición, divinización de la existencia» Un arte pesimista es, a su juicio, una contradicción. Sus móviles intentan ser agradables, no provocar el rechazo del espectador y mover a la alegría que también han perseguido otros de los filósofos a los que sigue, Spinoza o Fernando Savater. Su hedonismo, sin embargo no es superficial. Aspira a que cada de sus obras sea una fiesta pero también una utopía.
Alfonso Pire, en contraste con esa plenitud, piensa en el vacío y en la nada cuando trabaja en sus esculturas. Oteiza, con su actitud ascética y mística, le ha enseñado el camino que lleva a la búsqueda de una nada ontológica expresada a través de la fractura y el desprendimiento de bloques enteros de las piezas. La desocupación del vacío, tan difícil de imaginar como el infinito, desata su imaginación. Es un momento destructor, pero precede a otro creador del que surgen sus grandes piezas de hormigón y acero con formas geométricas. Lo que resulta, asegura, puede explicarse con un poema de Ángel González: Esto no es nada.
Del contraste entre ambos enfoque nace una interesante propuesta para un itinerario entre las obras repartidas por la sede del COAA.