El lema de la ONU en esta edición del Día Internacional de la Mujer tiene que ver con la promoción de la igualdad en ámbitos como la innovación y la tecnología. ¿Crees que las mujeres aún están un paso por detrás en estos ámbitos?
Las mujeres son el 54% de las estudiantes universitarias (datos de 2017) en España, si bien es cierto que en carreras que se consideran de “innovación”, como las ingenierías, el porcentaje rara vez supera el 25%. Se hacen muchos intentos para cambiar este porcentaje, como el proyecto “Mujer e Ingeniería” de la Real Escuela de Ingeniería. Es un proyecto de 2018 destinado a motivar a las adolescentes a interesarse por estos campos.
En otras carreras, como, como en ciencias de la salud, las mujeres representan el 72%. Así que, aunque la educación durante la infancia influye, parece que tiene que haber más razones que expliquen esta gran desviación.
Mi opinión es que hay que considerar la innovación de una forma más amplia, de una forma más real. En las ciencias de la salud se innova, en la arquitectura se innova, en las artes se innova. Hay que agrandar este espacio y esto depende de la educación, políticas públicas, medios de comunicación y la sociedad en general.
¿Cuál es el peso de la innovación y la tecnología en el desarrollo del día a día de tu profesión?
Soy arquitecta con tres años de experiencia y trabajo mano a mano con compañeros que llevan más de 30 años dedicados a la Arquitectura. Y el cambio es radical. Las herramientas son muy diferentes, muchos trabajos manuales se han automatizado y podemos ser mucho más eficientes, pero siempre con un uso adecuado de las tecnologías. Esto está muy bien, porque te permite poner el foco en lo importante: en hacer un gran proyecto pensado para tu cliente.
La técnica nos ha liberado de trabajos pesados que nos permiten centrarnos en la creación arquitectónica. Y esto es muy valioso.
Expertos señalan que contar con más mujeres en la tomas de decisiones en la ciencia y la innovación aportará mayor diversidad y nuevos puntos de vista. ¿Crees que esto también ocurre con la arquitectura?
Todo es cuestión de puntos de vista. Aunque sea una obviedad, cuanto más ricos y variados sean, será mucho mejor para todos. Y más en un trabajo como la arquitectura, que es creación y es un trabajo en donde tu personalidad y bagaje pesa en la toma de decisiones.
Está claro que el punto de vista que tengo, como mujer joven, se complementa con el de un varón de 50 años y que, si todos son de la misma edad, mismo género, mismas experiencias (estudiar en el mismo sitio, por ejemplo) y misma zona de residencia, claramente seremos un estudio de arquitectura más pobre. Pero es reduccionista pensar que es solo a que sea por ser mujer, sino por el cúmulo de experiencias de todo tipo que atesoro que han conformado mi visión y mi sensibilidad.
¿Cómo mejora la aplicación de la innovación el día a día de aquellos que reciben el fruto de nuestro trabajo?
De muchas maneras, pero las considero herramientas de apoyo una vez que el proyecto ha sido concebido. La primera, es a la hora de mostrar el proyecto, nuestro cliente puede percibir de formas diferentes lo que queremos expresar. Esto nos ayuda mucho. Igualmente, en el transcurso del proyecto tenemos más formas de comunicarnos con el cliente y éste con nuestro trabajo. Por ejemplo, ahora estamos en un proyecto donde el cliente vive en Asia, las comunicaciones son fluidas gracias a la tecnología y gracias a unas cámaras pueden ver la obra a tiempo real a más de 11.000 kilómetros de distancia.
Un estudio refleja que mientras casi la mitad del profesorado ayudante de nuestras universidades son mujeres, el porcentaje se reduce a un 20% cuando hablamos de titulares de cátedra. En las escuelas de arquitectura únicamente hay tres catedráticas. ¿Es necesario avanzar en el campo académico?
En la Universidad Politécnica de Madrid, donde yo estudié, en el curso 2014/2015 más de la mitad de los alumnos matriculados fueron mujeres.
Sinceramente, creo que es cuestión de tiempo. Tengo que conocer las edades de los catedráticos para ver si realmente es un tema de género o de cambio generacional. Lo que he visto suele ir más por el conflicto generacional, donde los catedráticos se eternizan y no permite que entren nuevas ideas… Pero no solo de mujeres.
En los estudios de arquitectura, hay pocas mujeres titulares de estudio y si miramos hacia aquellos que cuentan con un reconocimiento del gran público, aún menos. Un ejemplo: En la encuesta Arquia de arquitectos 2017, se mencionaba doce estudios de “renombre” y solo aparecía cuatro con mujeres en primera línea y estas siempre acompañadas de varones. ¿Crees que es esta la brecha que existe en la arquitectura?
Creo que hay dos razones para esto:
1. Los arquitectos tenemos difícil mantener un horario. Claramente es un trabajo en donde es más difícil la conciliación laboral que otros. Cuando esto se resuelva y la conciliación sea un tema que se exija socialmente de la misma forma a los hombres, será un gran revulsivo para las mujeres en la profesión.
2. Antes, la arquitectura era una profesión de hombres. Viendo el listado de arquitectos colegiados, desde 2016, cuando yo me uní al club, la mitad de las nuevas incorporaciones son mujeres. De todas formas, me considero afortunada de poder trabajar con mi padre, porque creo que la gente toma la decisión de confiar en un determinado arquitecto no sólo por el género, sino por la trayectoria y la experiencia profesional.
Una de las cuestiones en las que se incide desde la ONU o en la última campaña del Parlamento Europeo tiene que ver con la visibilización de la figura femenina. ¿Crees que las arquitectas cuentan con menos visibilidad que sus compañeros varones?
Sí. La arquitectura tiene mucha relación con trabajos netamente masculinos, como la construcción y la promoción. Estamos en un ecosistema de hombres, por lo que esto dificulta que las mujeres podamos prosperar dentro de la profesión.
Hay muchas buenas iniciativas y actos simbólicos para intentar darnos a conocer en los diferentes ámbitos de la sociedad. Yo confío en que la educación y los valores que inculquemos a las nuevas generaciones sirvan para conseguir la igualdad de oportunidades.
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