El día 29 de abril de 1996, se reúne el Jurado calificador del XII Premio Asturias de Arquitectura, constituido por: Joaquín Aranda Iriarte, Manuel Gallego Jorreto, José María Pérez González (Peridis), Angel Hevia Antuña y Maria Jesús Díaz Prieto, emitiendo el siguiente fallo:
“Se concede el Premio Asturias de Arquitectura 1995 a: Nueva piscina cubierta del Real Grupo Covadonga de Gijón, de la que son autores Angel Mayor Villarejo, Ramón Palat Rojas, Miguel Pérez de Arenaza y Joaquim Pujol. Se ha valorado: su claridad, tanto en la implantación, como en su articulación con lo existente y en su organización funcional. Asimismo, su desarrollo técnico y el cuidado en su construcción que plantea con sencillez las soluciones constructivas y el uso de los materiales.”
El escueto fallo del jurado sintetiza de forma apresurada, las cualidades de un edificio, del que como grupista y arquitecto disfruto plenamente. Hacer buena arquitectura no es nada fácil, por lo que es muy de agradecer que ésta nos haya llegado a la propia casa. Trataré de contar porqué me gusta tanto.
En primer lugar, intervenir arquitectónicamente dentro del Grupo, es intervenir dentro de un conjunto de edificios ya existentes, por lo que cualquier obra deberá mantener el difícil equilibrio entre ser parte de ese conjunto y a la vez tener una personalidad propia. Objetivos que en su aspecto exterior, habrá que conseguir fundamentalmente mediante la forma de la planta, el volumen y los materiales utilizados. En nuestro caso, me gusta la forma obvia y natural de colocarse la nueva piscina respecto al resto del conjunto; me gusta el volumen sobrio y elemental, lleno de matices en sus fachadas de acuerdo con las diferentes orientaciones y usos; y ya por último, me gustan sus materiales: cobre, aluminio gris y chapados de piedra, que harán envejecer al edifico, con naturalidad, sin apenas deterioro.
Un edificio deber servir adecuadamente al uso que se pretende, y en este caso, aunque no soy nadador y desconozco las cualidades de esta piscina como lugar de competición, a nivel de usuario normal me satisface plenamente. Valoro su continuidad visual y física con el resto de las piscinas y la superficie de solarium, así como la fácil comunicación con la otra piscina cubierta o con las zonas de aseos. También me gusta, encontrarme en un lugar especialmente amplio y luminoso. La única pega procede de su relación con los vestuarios generales y a ello me referiré más adelante. Otro aspecto que me parece especialmente acertado es la forma natural de unir el graderío interior con los accesos exteriores, a través de un volumen único, revestido de piedra, a caballo entre los dos ambientes.
La arquitectura debe ser también, buena construcción y este edifico -independientemente de los problemas aparecidos en la cubierta y en el desprendimiento de baldosas del vaso- pienso que lo es. Un esquema estructural sencillo y eficaz, formado por pilares de hormigón visto con vigas y correas de madera laminada; grandes ventanales de aluminio lacado; un graderío lateral de chapado de piedra, en cuya parte inferior se sitúan las dependencias auxiliares; y ya por último, un sótano situado debajo del vaso de la piscina destinado a las instalaciones. Pocos materiales y bien seleccionados que producen una calida sensación de elegancia y buen gusto.
Y la arquitectura debe ser también, además de forma- volumen exterior, espacio-luz interior y en este lugar uno puede disfrutar especialmente de estas cualidades. Una cubierta en la que el esquema estructural impone su propio orden, se enriquece con unos lucernarios en los que la entrada de luz compite con la que nos llega de las grandes cristaleras que cierran tres de los lados del edificio.
La última alabanza la dedicaría a la urbanización de todo el entorno del edificio. Ya que en este oficio tan complicado, además de hacer un buen edificio, hay que saber apoyarlo en el lugar utilizando un material adecuado. Sin duda la elección de los adoquines cerámicos combinado con elementos de hormigón me parece muy acertada. Un suelo calido, de textura algo rugosa, con un buen envejecimiento y unas cualidades estéticas muy adecuadas para combinar con el resto del edificio.
En resumen un gran edifico, justo vencedor de la liga arquitectónica asturiana del año 1995.
Texto: Juan González Moriyón, Grupo 2000